Un Reto, una Ilusión, una Esperanza.
1992. año de grandes expectativas para España. Una Olimpiada en Barcelona y una Exposición Universal en Sevilla. Seguramente dos de los mayores eventos que se puedan organizar en el Mundo. Y, precisamente ahí, se sitúa el punto de partida, el embrión de RPZ.
El reto era cautivador, la ilusión nos manaba por todos los poros y la esperanza nos afianzaba al nuevo proyecto. Aún hoy, estas sensaciones continúan apoderándose intensamente de nosotros.
Temor, Valor, Superación.
El reto se transformó en realidad tangible y el temor que cualquier proyecto de cierta magnitud genera, nos poseyó durante un tiempo mínimo y casi irrelevante. El valor nos empujó con potencia y el espíritu de superación logró que nuestro sueño tomase forma.
Nada, un poco, todo.
Crecer es una acción necesaria para la evolución, un requisito imprescindible en las sinergias empresariales.
Conscientes de esa realidad, pero sin abandonar nuestra filosofía, hemos crecido con contención, seguros, con paso firme y afianzado.
Lo hemos conseguido. Nuestra dimensión nos permite dar cobertura a todo tipo de eventos sin perder ese valor tan necesario: la dedicación personal.
Clientes, su confianza.
Nuestros clientes, nuestro gran activo. Ellos son los verdaderos responsables de nuestro éxito. Su apoyo nos ha permitido llegar hasta lo que somos. Su confianza nos ha abierto horizontes y ha abonado el terreno en el que habíamos sembrado.
RPZ tiene entidad gracias a nuestros clientes. Ellos son nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. RPZ es por y para ellos.
Esto no se para, esto no se acaba... gracias a todos